martes, 8 de septiembre de 2015

la vida y la muerte, danzando

Sala grande, espacio amplio, boxes. Se van ocupando, cada uno con el enfermo de turno, cada uno con su particularidad, con el material que dictamina el protocolo... Ellos ahí, en las camas, en general no pueden comunicarse o lo hacen con gran dificultad...Su vida, de un hilo. El cuerpo hace ya que tomó un camino letal. Ahí, derrotados, con miedo, con algo de esperanza... Ahí, desválidos, en sus manos... Confiados, resignados tal vez. Y pasan ellos, y ellas, de prisa y concentrados, canturreando en ocasiones. LLegan y tocan uno u otro botón, cambian algo, introducen cierto medicamento, ajustan otro...y les dirigen una sonrisa, un comentario gracioso, o les revuelven el pelo y les llaman "guapo, guapa, cariño"... como a niños pequeños, con voz aguda en general... A momentos paran, les miran a los ojos, y están un rato en silencio, respetuosos. (Me viene pensar que los que hacen eso son recién llegados, es imposible aguantar esas cotas de dolor por meses o años).
Pasan los otros, los de la autoridad, los que van dictaminando y tomando decisiones. Entre ellos, los más jóvenes aplican lo que saben, se esfuerzan en encontrar el diagnóstico, en situar el problema de ese cuerpo que pudo morir, que hubiera muerto, sin su intervención. Van a partes, se fijan en las secciones del todo, observan los órganos vitales y se meten a saco en mantenerlos. Hay medios, muchos, muchos medios. Se puede. Hoy día se puede. Si no respiras, te intuban. La máquina respira por ti. Si no bombea el corazón ellos se ocupan de poner medios artificiales para que bombee. Las sustancias que necesitas, te las inyectan. Si los riñones no dan abasto, diálisis (sale la sangre, se limpia con una especie de centrifugadora, y vuelve al cuerpo...). Ah, por supuesto, como esto no se aguanta en estado normal, a echar mano de la sedación. Oh, bendita sedación...Todo un despliegue de posibilidades para mantener un cuerpo con vida.
Entre ellos, los de la autoridad que he dicho, los mayores, los que peinan canas y caminan más pausado, se permiten hablar de globalidades. Un poco, sólo un poco, miran a los ojos a los familiares del paciente (nunca mejor dicho, porque esa situación sí que es el colmo de la paciencia), y hablan a las personas, no de una máquina, sino de otra persona. Un flash de ternura ahí, una pizca de comprensión, un plantearse cosas y un dudar... Hablan de una persona a la que quieren devolver a la vida "normal", y que su cuerpo dirá. Lo dicen bajito, se los ve humanamente inseguros, humanamente relativos, y prudentes, y serenos. Habrán visto de todo, de los que salen, de los que no salen... Y de los que salen... pues todos sus matices.
Y yo me pregunto, ¿vida normal?, ¿que su cuerpo dirá?. Pero ¿su cuerpo no ha hablado ya?. ¿Qué más ha de decir su cuerpo?. Y, dicho de otro modo, ¿se le escucha a ese cuerpo?. Y ¿qué va a ser vida normal?...
Me viene recordar la frase de Xavier Serrano, yo que me he dedicado bastante al acompañamiento en el nacimiento y la crianza, "nacemos mal y morimos peor".
Sala grande, espacio amplio, boxes... Se van ocupando y desocupando... La u.c.i. de un hospital. Cada uno con su particularidad, con el material que dictamina el protocolo... ¿Su cuerpo dirá?.