domingo, 22 de febrero de 2015

¿qué son los límites?


Hablamos mucho de los límites hoy día, muchos colegas míos (y aprovecho para destacar un artículo de Juliana Vieira en relación a ello, en su blog), se refieren a ello, hablan, comentan, debaten... Es el tema estrella de las escuelas de padres y las charlas varias divulgativas de los psicólogos y educadores. Los límites.
"Hay que ponerles límites", "hay que educar en los límites", "está así porque nunca le pusieron un límite"...
Y cuando hablo en las reuniones con padres, y sacamos el tema, y la palabra en concreto, cuando invito que se dejen sentir qué les evoca, qué connotaciones tiene para ellos, me dicen en general que les sugiere algo que no pueden hacer, una frontera que no se puede traspasar, una imposición, una traba, una incapacidad. Sí, alguien "limitado" es alguien corto, que no llega, que no puede desarrollarse. Partimos pues de sensaciones negativas con esto de los límites, por tanto, no me parece extraño que nos cueste tanto aplicarlos a nuestros hijos. Si aunque pensemos que son "buenos", nos viene a la cabeza (y al sentir) que no estamos dejándolos crecer...
Os invito a tomar la imagen de una baranda, una cómoda baranda en la que nos apoyamos para ver un precioso paisaje, marítimo, por ejemplo. Una baranda. Esa baranda está construida y enclavada en una bonita zona de acantilado que da al mar. Al verla, nos sentimos aliviados y agradecidos, porque sin ella no nos hubiésemos atrevido a acercarnos tanto para ver desde lo alto cómo las olas rompen contra las rocas. Y es hermoso contemplarlo. Cómodamente apoyados, observamos a gusto y seguros. ¿Es un límite?. Sí. ¿Nos da confort?. También.
Volved a vuestros hijos y con esta imagen. Ellos necesitan esa baranda, necesitan de nosotros la construcción de esa seguridad para moverse tranquilos en la vida. Se necesita estar muy confiado para crecer, extremadamente seguro para poder desarrollar las conexiones neuronales saludables, para crecer con un sano equilibrio del sistema nervioso, en el que el parasimpático (relax) y el simpático (alarma), se van complementando en el continuo pulsar.
Los límites que les hemos de ir mostrando en la educación son eso, esas contenciones que les marcan el terreno seguro para que se muevan a gusto en él, con la tranquilidad de que no van a caer. "Los papás saben". Y como saben, marcan una estructura, no rígida, pero sí sólida. Y son coherentes, y han formado un hogar en el que se está bien, en el que los roles se establecen, en donde cada miembro tiene su lugar y es reconocido. Cada familia, desde ahí, puede encontrar su estilo, su modo de hacer.






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